Nutrición y trastornos del sistema inmune


La energía y los nutrientes que obtenemos a través de la alimentación ejercen un papel importante en el desarrollo y preservación del sistema inmune.

El abordaje nutricional de los trastornos inmunológicos debe tener como objetivo mantener un estado óptimo de nutrición, prevenir el deterioro durante los episodios agudos y mejorarlo durante los periodos libres de sintomatología. El Informe del Comité Científico de la AESAN muestra que el sistema inmune es fuertemente dependiente de una nutrición adecuada y equilibrada.

Alejandro Monzó – Unidad de Nutrición Neolife


Relación entre determinados nutrientes y la patogenia, la clínica y la evolución de las enfermedades autoinmunes

El sistema inmune esta formado por una red de tejidos especializados, órganos, células y sustancias químicas que protegen de los agentes infecciosos, las toxinas, las células cancerosas y los tejidos extraños (1). Existen muchas variaciones individuales en las funciones inmunes originadas por la dotación genética, el estado nutricional del individuo, el estrés, la edad y los hábitos y estilo de vida.

El sistema inmune tiene varias líneas de defensa. Los primeros mecanismos de defensa destinados a combatir y eliminar elementos extraños implican factores físicos, químicos y biológicos tales como la barrera de la piel, las mucosas, el pH del estómago, las enzimas digestivas y otros. Cuando estos mecanismos fallan o son superados, actúa la inmunidad innata y la adquirida (1,2). Ambos interactúan entre sí con el objetivo de preservar la homeostasis del organismo. La inmunidad innata es la primera en actuar, es natural e inespecífica, no requiere de sensibilización previa, está mediada por células con capacidad fagocítica y células asesinas naturales (natural killer) y, por si misma, permite controlar a la mayor parte de los agentes patógenos que llegan al organismo. La inmunidad adquirida es específica y posee memoria inmunológica cuando el organismo es expuesto por segunda vez a un antígeno determinado, participando prioritariamente los linfocitos y los anticuerpos y citoquinas liberados por ellos.

En algunas personas, el sistema inmune se encuentra alterado y le cuesta trabajo reconocer a sus propias estructuras celulares y tejidos, por lo que inicia un ataque frente a ellas. Cuando esto ocurre se originan las enfermedades autoinmunes. En la actualidad, hay descritas más de 80 y el ataque autoinmunitario puede estar restringido a tejidos específicos o ser generalizado, como puede ser la artritis reumatoide, el lupus, la diabetes tipo I, la tiroiditis de Hashimoto, la enfermedad de Graves, la celiaquía, la enfermedad de Chron, la esclerosis múltiple, la colitis ulcerosa… (1,2). En muchos casos se desconoce la razón por la que sucede esto, sin embargo, se especula con que la presencia de algunos microorganismos, la ingesta de algunos fármacos, tóxicos y/o determinadas sustancias químicas presentes en los alimentos puedan desencadenarlos, especialmente en el caso de personas nutricionalmente deficientes o que posean mayor susceptibilidad genéticapara desarrollar trastornos autoinmunes.

Por ello el desarrollo, mantenimiento y buen funcionamiento del sistema inmunitario depende de una nutrición adecuada y equilibrada. Según la evidencia científica, una nutrición incorrecta afecta a la respuesta inmune innata y adquirida, llegando a alterar la respuesta a la infección, aumentando indirectamente la virulencia de patógenos y favoreciendo el desarrollo de enfermedades autoinmunes (figura 1) (3). Según la antes mencionada AESAN (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición) existen varias razones por las cuales el sistema inmune depende de la disponibilidad de nutrientes (1):

  • La respuesta inmune va asociada a la síntesis de nuevas moléculas de naturaleza proteica y a la proliferación celular.
  • Los nutrientes actúan como cofactores en muchas vías metabólicas fundamentales para el mantenimiento de la función inmune. Además, pueden regular el estrés oxidativo y la integridad de las membranas celulares.

Nutrición y trastornos del sistema inmune

Figura 1. Nutrientes y sus fuentes alimentarias participan en el desarrollo y progresión de la artritis reumatoide (3).

Las células del sistema inmunitario dependen en gran medida de la función de su membrana celular para realizar operaciones tales como secreción de citoquinas y anticuerpos, reconocimiento de antígenos, transformación de linfocitos y lisis por contacto. La importancia de los lípidos en el mantenimiento de la integridad de la membrana parece indicar que estos compuestos pueden ser nutrientes críticos en la regulación inmunitaria y, de hecho, se ha demostrado que las grasas influyen en la gravedad de las enfermedades autoinmunitarias (4). La alimentación rica en ácidos grasos omega 3 de cadena larga es recomendable en este tipo de enfermedades por su relación con los procesos inflamatorios, su papel antiinflamatorio y correlación positiva con el incremento en los niveles de glóbulos blancos, el peso del paciente y mejora del riesgo cardiovascular, por lo que estos deben aportar de 1-2% de la energía total aportada por los alimentos (1,2,3).

En los modelos experimentales animales de enfermedades autoinmunes, determinados nutrientes (ácidos grasos poliinsaturados, vitaminas A, E, C, D y B12) y probióticosproducen una mejoría clínica y un retraso en la aparición de la enfermedad significativos. En los pacientes con enfermedades autoinmunes, algunos estudios de intervención nutricional realizados sugieren que varios componentes dietéticos, especialmente los ácidos grasos omega 6, 3, EPA y DHA, la vitamina D y el selenio, así como la administración de varios probióticos combinados, pueden tener un impacto sobre la mejoría clínica de los pacientes (1).

Como recomendaciones nutricionales para optimizar nuestro sistema inmune, se presentan los siguientes alimentos y nutrientes cuyo papel juega un rol interesante en la modulación de la respuesta inmune (4,6,7):

  • Vitamina A: hígado de vacuno y otros órganos, el salmón, las hortalizas de hoja verde, las verduras coloridas, la yema de huevo, los productos lácteos y frutas como el melón, mango, sandía.
  • Vitamina C: frutas cítricas así como frutas y verduras en general, pimientos rojos y verdes, tomates, brócoli, kiwi, fresas, entre otros.
  • Vitamina D: déficits de vitamina D se asocian a mayor riesgo de infección y enfermedades autoinmunes. Se encuentra en los pescados grasos, los aceites de hígado de pescados, la yema de huevo, el queso, los hongos junto con una adecuada exposición solar y/o suplementación.
  • Selenio: participa en la producción de agentes importantes en la respuesta inmune e inflamatoria, además de mejorar la actividad de las células natural killer. Está presente en mariscos, nueces de Brasil, carnes, huevos y otros productos lácteos, pan y cereales.
  • Zinc: su deficiencia aumenta la susceptibilidad de infecciones, este nutriente participa en múltiples procesos del sistema inmune. Las ostras, carnes rojas, mariscos, legumbres como garbanzos y frutos secos son fuentes interesantes.
  • Ácidos grasos saludables: pescados y mariscos, nueces y semillas, aceites de plantas y alimentos fortificados como los lácteos.
  • Alimentos interesantes: el brócoli, el ajo, la cúrcuma, el jengibre, el té verde y los hongos y setas, el kéfir y alimentos probióticos en general, el sistema inmune se beneficia de sus funciones inmunomoduladoras, atenuando la inflamación.

Si bien la actividad física moderada habitual facilita el control del peso corporal, mejora la salud vascular y, en general, sustenta una función inmune óptima, el ejercicio intenso se asocia de manera constante a inmunodepresión a corto plazo. Este efecto, que dura 3-72h, se ve agravado, al parecer, por un agotamiento relativo de los hidratos de carbono y se mitiga por su consumo antes o durante el ejercicio (4). Por tanto, según un estudio publicado en Frontiers in Immunology, señala que una correcta nutrición junto con la realización periódica de una actividad física moderada puede prevenir el riesgo de obesidad y puede mejorar la función inmune (figura 2.) (5). Cabe destacar que el sistema inmune también se beneficia de los periodos de ayuno, que promueve la regeneración celular y rebaja la inflamación (6).

Nutrición y trastornos del sistema inmune

Figura 2. Vínculo entre el estado nutricional, el metabolismo inmunológico y la función inmune.

Finalmente, es necesario disponer de más estudios y de mejor calidad para conocer con más claridad el impacto de la nutrición y de los nutrientes en la patogenia, la clínica y la evolución de las enfermedades autoinmunes. En definitiva, los trastornos inmunológicos pueden agruparse en tres grandes grupos: alergias o estados de hipersensibilidad, estados de inmunodeficiencias y enfermedades autoinmunes (1,2). Desde Neolife, prescribimos un tratamiento nutricional personalizado acorde a las necesidades especiales del paciente. Tras los últimos avances de la comunidad científica, la dieta puede ser una herramienta óptima, especialmente para el manejo de los trastornos del sistema inmunitario, por lo que el seguimiento tanto médico como nutricional se hace imprescindible en nuestra clínica.


BIBLIOGRAFÍA

(1) Informe del Comité Científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) sobre el papel de la nutrición en las enfermedades autoinmunes. Revista del comité científico nº 13. 2010. URL: https://fisiogenomica.com/assets/Blog/pdf/NUTRICION_ENFERMEDADES_AUTOINMUNES.pdf

(2) Plaza L. B. & Bermejo L., LM. (2017). “Nutrition and immune system disorders”. Nutr Hosp. Vol. 34(4): 68-71. URL: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29156936/

(3) Gioia, C. y otros. (2020). “Dietary habits and nutrition in rheumatoid arthritis: can diet influence disease development and clinical manifestations?. Nutrients.Vol. 12(5): 1456. URL: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32443535/

(4) David L. Katz et al. Nutrición Médica 3ª Edición. Wolters Kluwer. 2015.

(5) Alwarawrah, Y. (2018). “Changes in nutritional status impact immune cell metabolism and function”. Front Immunol. Vol. 9: 1055. URL: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5968375/

(6) Vázquez, M. (2018). “Fortalece tu sistema inmune: mejores defensas = menos enfermedad”. Fitness Revolucionario. URL: https://www.fitnessrevolucionario.com/2018/05/26/como-fortalecer-sistema-inmune/

(7) National Institutes of Health. U.S. Department of health & human services. Dietary Supplement fact sheets. URL: https://ods.od.nih.gov/factsheets/list-all/