El verano es una de las estaciones más esperada del año, el buen tiempo, las vacaciones y los días más largo se disfrutan al máximo. Sin embargo, también puede ser una época en la que nuestra alimentación cambia.
Hay más salidas, comidas diferentes, planes improvisados, productos refrescantes (ya sean refrescos o helados)… ¿Es posible cuidar la alimentación en verano sin obsesionarse ni renunciar a esos pequeños placeres? La respuesta es sí, ¡vamos a describir cómo!.
Arantxa Jiménez- Unidad de Enfermería Neolife
Escuche a su hambre y a su saciedad
El calor suele afectar al apetito: algunas personas comen menos, otras más desordenado, por cambios de horarios. La clave está en reconectar con las señales internas.
- Come cuando tenga hambre real, no solo por aburrimiento o hábito.
- Deténgase cuanto esté saciado, no hace falta terminar todo lo que hay en el plato si ya nos sentimos llenos.
- Haga pausas mientras come, mastique bien los alimentos y preste atención a cómo se.
La rapidez con la que comamos, va a impactar directamente en nuestras sensaciones de hambre y saciedad. Comer en un ambiente relajado y más pausado va a evitar que comamos más cantidad de la que necesitamos, además, otro tip que podemos implementar en nuestras comidas de veranos es servirnos las comidas en nuestro plato.
Esas comidas o cenas de picoteo en las que no solemos controlar cuanta comida hemos tomado, nos hace estar desconectados de nuestras sensaciones de saciedad. Al servirnos en nuestro plato, somos más consciente de las cantidades que estamos consumiendo, ayudando de esta forma a nuestra saciedad.
Cuide su hidratación
La hidratación es uno de los pilares más importantes del verano, con las altas temperaturas y el aumento de la actividad al aire libre, perdemos más líquidos a través del sudor. ¿Qué podemos hacer al respecto?
- Beber agua con regularidad, incluso si no notamos esa sensación de sed.
- Evita abusar de bebidas azucaradas, alcohólicas o muy estimulantes: pueden aumentar la deshidratación.
- Refresque su cuerpo también con alimentos ricos en agua: frutas como la sandía, el melón, el pepino o el tomate son ideales.
Truco saludable: lleve siempre una botella reutilizable con usted. Le ayudará a beber más y reducir el consumo de bebidas ultraprocesadas.
Disfrute de los caprichos sin culpa
Helados, granizados, tapas, comidas fuera… En verano es común tener más “caprichos”, y eso no tiene por qué estar mal. Lo importante es la frecuencia, la cantidad y la actitud con la que los tomamos.
- Dése permiso para disfrutar, sin sentir culpa. Durante el verano es totalmente normal no seguir los patrones alimentarios que hemos tenido a lo largo del año, disfrutar de esa parte alimentaria también es importante para todo el contexto vacacional.
- Si toma un helado, hágalo conscientemente, saboreándolo. Es mejor eso que comer varios sin prestar atención.
- Observe su cuerpo y lo que le pide. Si tenemos ganas o antojo por comer algo dulce, no lo engañemos comiéndonos otra cosa, ya que al final acabaremos comiendo ese antojo primerizo. Llevar un equilibrio entre lo que nos apetece y lo que nos gusta es la clave.
Recordatorio importante: no es lo que come de vez en cuando lo que marca su salud, sino lo que hace a diario.
Adapte su alimentación al clima
Con el calor, el cuerpo suele preferir comidas más ligeras y frescas. Aproveche esta preferencia natural para incluir más alimentos saludables.
- Aumente el consumo de frutas, verduras y hortalizas, que además de frescas, son ricas en fibra y antioxidantes.
- Opte por cocciones suaves: plancha, vapor, horno o crudo (como en ensaladas).
- Evite comidas muy copiosas que le dejen con sensación de pesadez.
- ¡No olvidemos las legumbres!. Hay una asociación entre las legumbres y las comidas de inviernos (potajes o cazuelas) pero hay muchas recetas fresquitas para poder continuar tomándolas en verano. Algunas ideas son el hummus, la ensalada de pasta de lenteja, la ensalada de legumbres…
Idea veraniega: pruebe a hacer helados con fruta congelada y leche de vaca, bebida vegetal o yogur. Son refrescantes y nutritivos.
Mantenga el deporte, pero con cabeza
El verano también es una oportunidad para moverse más, ya sea en la playa, en la montaña o con actividades al aire libre. Pero ojo con el calor.
- Evite hacer ejercicio en las horas de más sol (mejor a primera hora o al atardecer).
- Hidrátese antes, durante y después del ejercicio.
- Si suda mucho, asegúrese de reponer electrolitos (puede añadir una pizca de sal marina al agua o tomar alimentos ricos en potasio como el plátano).
Movimiento natural: nadar, caminar descalzo en la arena, jugar con amigos o practicar yoga al aire libre también cuenta como actividad física.
Conclusión: equilibrio, disfrute y conciencia
El verano no tiene porqué ser una temporada de excesos ni de restricciones. Puede disfrutar de las comidas, darse sus gustos, mantenerse activo y cuidar su salud con una actitud flexible, equilibrada y consciente.
Recuerde: alimentarse bien no es una obligación, es una forma de cuidarse y sentirse mejor. Y el verano, con sus ritmos más relajados, puede ser el momento perfecto para reconectar con su bienestar.
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