¿Le ha pasado alguna vez que, después de un mal día, siente un antojo irrefrenable por algo dulce o salado? ¿O que come sin tener realmente hambre, solo para sentirse mejor?
Estas situaciones, más comunes de lo que creemos, pueden deberse al hambre emocional, un mecanismo del cuerpo para lidiar con ciertas emociones. Distinguir entre el hambre fisiológica y el hambre emocional es clave para mejorar su relación con la comida, mantener un estado de salud óptimo y prevenir conductas alimentarias compulsivas.
Meritxell Massons – Unidad de Nutrición Neolife
¿Qué es el hambre fisiológica?
El hambre fisiológica es la sensación natural que se produce en nuestro organismo cuando necesita nutrientes para cubrir las funciones vitales.
Nuestro cuerpo requiere energía y nutrientes para funcionar correctamente, tanto en procesos internos (el metabolismo, la digestión, la regeneración celular) como en nuestras actividades diarias.
Identificando el hambre fisiológica
Reconocer cuándo realmente necesitamos comer nos ayuda a nutrir nuestro cuerpo de forma consciente. Aquí le dejamos algunas claves para identificarla:
- No se antoja por un alimento específico, se puede calmar con diferentes opciones.
- La sensación aparece de forma gradual, va aumentando con el tiempo.
- Puede esperar unos minutos o más para ser satisfecha.
- No genera culpa ni remordimiento al comer.
- Desaparece al sentirnos saciados.
¿Qué es el hambre emocional?
El hambre emocional aparece como una forma de respuesta a estados emocionales, especialmente negativos.
Cuando estamos estresados, tristes, ansiosos o solos, nuestro cuerpo busca una forma rápida de aliviar ese malestar. La comida, especialmente la rica en azúcares o grasas, produce una liberación hormonal que genera bienestar momentáneo.
Este tipo de hambre no surge por una necesidad física, sino por una necesidad emocional. Y aunque en el momento puede hacernos sentir mejor, con el tiempo puede generar un ciclo de insatisfacción, culpa y repetición.
Identificando el hambre emocional
Algunas pistas que nos pueden indicar que no estamos comiendo por hambre real son:
- Aparece de forma repentina e intensa.
- Se enfoca en alimentos muy concretos (antojos).
- Necesitamos comer inmediatamente.
- Después de comer, aparecen emociones negativas como culpa o frustración.
- No desaparece con la saciedad, y se puede seguir comiendo sin parar.
Cómo manejar el hambre emocional de forma saludable
Saber diferenciar los tipos de hambre no siempre es suficiente: también necesitamos herramientas para gestionar esas emociones sin recurrir a la comida como única vía de escape.
Aquí tienes algunos consejos prácticos:
- Hidratación: muchas veces confundimos sed con hambre. Mantengase bien hidratado a lo largo del día.
- Estructura de alimentación: tener horarios y comidas equilibradas ayuda a mantener la saciedad y evitar atracones.
- Escucha emocional: aprenda a identificar qué emoción está sintiendo y cómo se manifiesta en su cuerpo.
- Terapia y apoyo emocional: el acompañamiento psicológico es clave para abordar las causas de fondo.
- Técnicas de relajación: meditación, respiración consciente, yoga o simplemente caminar pueden ser grandes aliados.
- Alternativas saludables: cuando sienta el impulso de comer por ansiedad, pruebe con opciones como: leer, llamar a un ser querido, darse un paseo, escribir o practicar un hobby.
Recuerde: no hay alimentos buenos o malos
Es importante que no entre en la dinámica de juzgarse por lo que come. Ningún alimento es “bueno” o “malo” por sí mismo. Lo que importa es el equilibrio general de su estilo de vida.
Incorpore hábitos que le ayuden a vivir en mayor bienestar:
- Alimentación consciente y variada.
- Actividad física regular.
- Descanso de calidad.
- Gestión emocional.
Conclusión: escuchar a su cuerpo es una forma de autocuidado
Distinguir entre hambre emocional y hambre fisiológica no es fácil al principio, pero es un paso crucial hacia una alimentación consciente y una relación sana con la comida.
Aprender a identificar qué necesita su cuerpo y cómo responde emocionalmente le permitirá tomar decisiones más libres y saludables. Si siente que no puede hacerlo solo/a, recuerde que pedir ayuda a un profesional (nutricionista y/o psicólogo) es una forma de cuidado personal.
BIBLIOGRAFÍA
(1) Beaulieu, K., & Blundell, J. E. (2021). The psychobiology of hunger – a scientific perspective. Topoi.
(2) Gregg, S. Q. (2015, septiembre 22). Deciphering between emotional, physical hunger. Medical Xpress.
(3) Pietrzyk, A. (2022, 17 de noviembre). The scientific reason why you always eat so much—and how to rein it in. Real Simple.
(4) Reents, J., Seidel, A.-K., Wiesner, C. D., & Pedersen, A. (2020). The effect of hunger and satiety on mood‑related food craving. Frontiers in Psychology, 11, 568908.