El envejecimiento es un proceso biológico inevitable que se caracteriza por la pérdida progresiva de funciones celulares y fisiológicas. Este deterioro es el principal factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades crónicas y degenerativas.
Aunque los estudios sobre envejecimiento y enfermedades relacionadas con la edad aún se encuentran en etapas tempranas, en los últimos años, la investigación sobre longevidad ha avanzado de forma notable. Cabe destacar que el aumento de la esperanza de vida y la prevalencia de enfermedades asociadas hacen urgente el desarrollo de estrategias preventivas y terapéuticas eficaces. Los investigadores se enfrentan hoy a una gran pregunta: ¿podemos intervenir de forma externa para retrasar el proceso de envejecimiento?
Dra. Yessica Sánchez – Equipo Médico Neolife
Hallmarks of Aging
Ya hemos hablado sobre los Hallmarks of Aging o pilares del envejecimiento. En este artículo, exploraremos qué avances existen para abordar directamente cada uno de ellos e intentar responder a esta pregunta. Veamos los principales mecanismos implicados:
Entre los procesos más relevantes se encuentra la inestabilidad genómica, que ocurre cuando los sistemas de reparación del ADN dejan de funcionar correctamente, permitiendo que se acumulen mutaciones con consecuencias funcionales importantes.
Otro mecanismo esencial es el acortamiento de los telómeros, las estructuras que protegen los extremos de los cromosomas. Con cada división celular, estos telómeros se acortan, hasta que la célula pierde su capacidad de replicarse. Se ha observado que, al activar la enzima telomerasa, se puede ralentizar este proceso en algunos modelos experimentales.
Las alteraciones epigenéticas también juegan un papel clave. El envejecimiento modifica la expresión génica sin cambiar el ADN en sí, lo que altera múltiples funciones celulares. Estas alteraciones epigenéticas están implicadas en síndromes de envejecimiento prematuro.
La proteostasis, o mantenimiento del equilibrio proteico, es otro pilar que se ve afectado con la edad. El cuerpo pierde capacidad para plegar y reciclar proteínas correctamente, lo que facilita su acumulación. Enfermedades como el Alzheimer están directamente vinculadas con este fallo en el control de calidad proteica.
En paralelo, se presenta una detección desregulada de nutrientes, en la que las células pierden sensibilidad a señales metabólicas clave. Se ha comprobado que un metabolismo predominantemente anabólico acelera el envejecimiento, mientras que el catabolismo, promovido por prácticas como el ayuno, favorece la longevidad. En esta línea, compuestos como la rapamicina han demostrado efectos positivos en modelos animales.
La disfunción mitocondrial es otro factor central. Las mitocondrias, responsables de la producción de energía celular, se vuelven menos eficientes con la edad, lo que incrementa la formación de especies reactivas de oxígeno y provoca daño celular progresivo.
A esto se suma la senescencia celular, un estado en el que las células dejan de dividirse sin morir. Aunque inicialmente actúa como defensa frente a mutaciones, su acumulación contribuye a la inflamación y al deterioro tisular.
Con el tiempo, disminuye también el número de células madre funcionales, lo que limita la capacidad del organismo para regenerarse. Finalmente, la alteración de la comunicación intercelular, agravada por un entorno inflamatorio, compromete la función coordinada de los tejidos.
Estrategias para abordar el envejecimiento
A día de hoy existen estrategias farmacológicas, nutricionales y genéticas para abordar varios de estos procesos. Incluso la microbiota intestinal es clave en la regulación del sistema inmune y, es por eso, que juega un papel importante en la longevidad.
De todos los enfoques, la reducción de la inflamación crónica y la eliminación de células senescentes han recibido mayor atención y se ha reconocido la importancia de la suplementación nutricional en la prevención del deterioro funcional.
Investigaciones lideradas por científicos pioneros como David Sinclair han demostrado que existen compuestos naturales capaces de favorecer un envejecimiento saludable. Estos compuestos, conocidos como miméticos de la restricción calórica, imitan los beneficios del ayuno al activar rutas genéticas relacionadas con la longevidad.
Entre ellos se encuentran la espermidina, berberina, resveratrol y quercetina. El trans-resveratrol y la quercetina, por ejemplo, estimulan la actividad del gen SIRT1, implicado en la reparación del ADN y en procesos celulares que ralentizan el envejecimiento. Además, el trans-resveratrol mejora la sensibilidad a la insulina de forma dependiente de la dosis. La quercetina, por su parte, es un flavonoide con propiedades antiinflamatorias, cuya función principal es eliminar células senescentes, que son responsables de procesos degenerativos relacionados con la edad.
Un estudio reciente realizado por Murugesan et al. (2023) demostró que la combinación de quercetina y trans-resveratrol reduce significativamente los depósitos de grasa, lo que refuerza su potencial como terapia metabólica.
Otra molécula relevante es el NAD⁺ (nicotinamida adenina dinucleótido), una coenzima esencial en el metabolismo energético y en la activación de las sirtuinas. Su producción puede aumentarse mediante precursores como la nicotinamida ribósido o los mononucleótidos de nicotinamida (NMN), sin embargo, nosotros en Neolife recomendamos ampliamente la terapia intravenosa con NAD⁺ ya que es más efectiva.
La espermidina también destaca por su capacidad para inducir la autofagia, un proceso clave en la renovación celular, con efectos importantes en la diferenciación y maduración de las células.
Por último, la berberina, un compuesto natural con mecanismos similares a la metformina, activa el gen AMPK, considerado un regulador maestro del metabolismo. Su acción favorece la biogénesis mitocondrial, mejora la sensibilidad a la insulina y contribuye al control de los niveles de glucosa en sangre.
Respaldo científico del abordaje terapéutico
Recientemente se dio a conocer el estudio COSMOS, presentado en marzo de 2025 en las sesiones científicas de la American Heart Association. Este ensayo clínico aleatorizado evaluó si la suplementación diaria con multivitamínicos puede ralentizar el envejecimiento biológico, medido a través de relojes epigenéticos basados en la metilación del ADN.
Participaron más de 950 adultos mayores (edad media: 70,2 años), a quienes se les realizaron análisis sanguíneos al inicio y a los 12 y 24 meses. En los cinco relojes epigenéticos estudiados, el grupo que recibió multivitamínicos mostró un envejecimiento biológico más lento en comparación con el grupo placebo. Este efecto se tradujo en una “ralentización” de aproximadamente cuatro meses de envejecimiento. Los beneficios fueron incluso mayores en aquellos con envejecimiento acelerado al inicio del estudio.
Estos hallazgos se suman a la evidencia ya existente, como los resultados del Physicians’ Health Study II, que mostró una reducción del riesgo de cáncer invasivo con el uso de multivitamínicos, así como un menor deterioro cognitivo y pérdida de memoria relacionada con la edad.
Si bien aún es necesario replicar estos resultados y aclarar mecanismos, estudios como el COSMOS, junto con datos del Physicians’ Health Study II y revisiones de la USPSTF, refuerzan la idea de que una buena nutrición y una suplementación adecuada pueden ser aliados en la prevención del deterioro asociado a la edad.
La longevidad saludable no es el resultado de una única intervención, sino de la integración de múltiples factores: genética, nutrición, estilo de vida, salud metabólica, balance hormonal y control de la inflamación.
Evidentemente los suplementos no sustituyen a una dieta equilibrada ni un estilo de vida saludable, pero representan una herramienta valiosa dentro del enfoque preventivo y podrían complementar y actuar sobre marcadores clave del envejecimiento.
Sin embargo, gracias a la ciencia, hoy tenemos herramientas prometedoras que nos permiten intervenir antes de que aparezca la enfermedad. Y entre ellas, los suplementos bien indicados tienen un lugar cada vez más sólido. Estudios como el COSMOS abren una nueva vía para considerar la suplementación como un complemento razonado y basado en evidencia dentro de la medicina de longevidad.
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