Enfermedad subaguda por coronavirus o “COVID largo”


Cada vez se están reportando más casos de pacientes que presentan manifestaciones clínicas semanas o incluso meses después de haber presentado una infección por coronavirus y de haber sido considerados curados. ¿Cuánto dura la enfermedad por coronavirus o COVID-19? ¿Existe un COVID-19 subagudo, largo o incluso crónico?.

Una proporción importante de pacientes afectados por la enfermedad por coronavirus presentan síntomas al momento del diagnóstico. Sin embargo, algunas de estas manifestaciones clínicas continúan presentes semanas o meses después de que el paciente se considere curado. COVID-19 subagudo o COVID-19 de larga duración, es un término que empieza a acuñarse para reflejar una afectación multisistémica que persiste tras una enfermedad aguda por este virus.

Dra. Débora Nuevo Ejeda – Equipo Médico Neolife


¿A qué llamamos COVID-19 subagudo?.

A día de hoy todavía no hay un consenso claro en cuanto a la definición exacta del cuadro, pero podríamos definirla como la presencia de síntomas después de 3 semanas y hasta 12 semanas después la aparición del primer síntoma.

A partir de estas 12 semanas desde el inicio de la clínica, quizá el término a manejar sería “COVID-19 crónico”, aunque debido a la juventud de la pandemia no tenemos aun datos suficientes para hablar de cronicidad en estos límites.

COVID-19 sub-agudo, ¿es frecuente?.

Los datos recogidos difieren en los distintos estudios realizados en diferentes países.

En torno a un 10% de los pacientes confirmados como positivos para la infección por SARS-CoV-2 en Reino Unido siguen refiriendo no encontrase bien después de 3 semanas.

En Italia hasta un 87,4% de los pacientes afirman presentan al menos uno o más síntomas, siendo los más frecuentes la astenia (53,1%), disnea (43,4%), dolor articular (27,3%) y dolor torácico (21,7%).

En USA solo el 65% de los afectados considera su estado de salud similar al previo a la infección.

¿Por qué algunas personas persisten con síntomas?

La razón por la que la recuperación de algunas personas resulta más insidiosa en comparación con otras, aún se desconoce.

Una viremia persistente durante un tiempo prolongado, la debilidad o la ausencia de anticuerpos, las recaídas o “reinfecciones”, factores dependientes de la respuesta inflamatoria o autoinmune, el desacondicionamiento físico y factores psicológicos como el estrés post-traumático pueden contribuir a prolongar la clínica.

Las secuelas respiratorias, musculoesqueléticas y neuropsiquiátricas a largo plazo ya fueron descritas para otros coronavirus como el SARS y MERS y guardan un claro paralelismo fisiopatológico en la COVID-19 sub-aguda.

¿Cuáles son los síntomas?

La variedad sintomática dentro de lo que denominamos COVID-19 subaguda es muy amplia. Los síntomas más comúnmente referidos son tos, febrícula y fatiga. Estos típicamente remiten y vuelven a aparecer haciéndose intermitentes.

Otras manifestaciones clínicas que aquejan estos pacientes son dificultad para respirar, dolor torácico, cefaleas, dificultades neurocognitivas, debilidad y dolor muscular, alteraciones gastrointestinales, rash y otras lesiones cutáneas, alteraciones metabólicas (como por ejemplo, un peor control de la diabetes), fenómenos tromboembólicos, depresión y distintas consecuencia a nivel de salud mental.

Las afecciones cutáneas pueden variar mucho incluyendo lesiones maculopapulares, urticaria o la lesión tipo sabañón en las extremidades (lo que ya se ha pasado a denominar el “pie COVID”).

¿Qué estudios o pruebas pueden ser útiles en la COVID-19 larga?

Lo principal es una correcta evaluación por un profesional capacitado. Una buena historia clínica que recoja los síntomas, el inicio y duración de los mismos es fundamental.

Igualmente una exploración física adecuada e individualizada por aparatos que evalúe las posibles alteraciones o secuelas que ocasiona a su paso por nuestro organismo el COVID-19, nos ayudará también a orientar el diagnóstico y a decidir la necesidad o no de más estudios complementarios.

Las pruebas analíticas deben prescribirse de forma específica para cada paciente atendiendo a cada situación clínica. Entre las más útiles y de más fácil acceso, y por ello más indicadas por el profesional sanitario responsable son:

  • Análisis sanguíneo que debería incluir:
    • Hemograma: Cifras de hemoglobina para valorar la presencia de anemia como causa principal o adyuvante de la disnea. Recuento leucocitario, ya que la linfopenia puede ser un marcador de severidad al igual que la trombopenia, mientras que unos leucocitos totales elevados nos podrían estar alertando sobre la presencia de infección aguda y/o una respuesta inflamatoria secundaria.
    • Biomarcadores como la proteína C reactiva indicadora de infección aguda, ferritina cuya elevación nos avisa de un estado inflamatorio y protrombótico, la troponina que señala daño miocárdico a nivel coronario o de músculo cardiaco (miocarditis) y el dímero D cuyo incremento puede significar la presencia de un fenómeno tromboembólico.
  • Radiografía de tórax, debería realizarse a todos los pacientes que refieran clínica respiratoria, tanto al diagnostico como en el seguimiento a las 12 semanas, y repetirse si aquejan clínica respiratoria nueva o reincidente.

    En aquellos pacientes en los que persistan alteraciones en la radiografía de tórax o en la toma de saturación de oxígeno por pulsioximetría, debería indicarse la realización de un TAC de tórax de baja dosis. Esta prueba está extendiéndose en todas las consultas de seguimiento, ya que la radiación no es muy superior a la de una radiografía convencional y sin embargo la información aportada es más precisa y permite las comparativas evolutivas dados los sistemas de medición y estadiaje que se están protocolarizando.

  • Rehabilitación/fisioterapia respiratoria: en caso de alteración en alguna de las pruebas respiratorias, se está evidenciando que iniciar una fisioterapia respiratoria temprana ayuda a la recuperación de la capacidad funcional en estos pacientes.

¿Y ahora qué hacemos? seguimiento y manejo del COVID largo.

El COVID-19 largo es una afectación multisistémica que requiere un manejo del paciente desde una perspectiva global, entendiendo y atendiendo al paciente como un todo. Hay que tener en cuenta las comorbilidades o patologías previas o concomitantes con el COVID (como la diabetes, la hipertensión, la enfermedad renal o cardiovascular).

Ofrecer una visión y una atención global pero personalizada y ajustada a cada circunstancia es la clave. Y ésta es la filosofia de la práctica clínica en Neolife.

En el siguiente artículo intentaremos desgranar paso a paso, y síntoma a síntoma, las posibles soluciones que se pueden aportar para curar, prevenir o mitigar este ya denominado COVID largo o subagudo, que se resume gráficamente en el siguiente esquema.

enfermedad subaguada por coronavirus


BIBLIOGRAFÍA

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