Nutrición 2

¿Cómo podemos mejorar nuestros hábitos alimentarios?


El planteamiento de objetivos se muestra como una auténtica clave a la hora de implementar mejoras en este ámbito que perduren en el tiempo. 

Seguro que en más de una ocasión el hecho de plantearnos ciertos propósitos relacionados con mejorar nuestro estilo de vida ha quedado en un intento. ¿Por qué volvemos a establecer los mismos constantemente?, ¿es cuestión de fuerza de voluntad?, ¿estamos preparados para el cambio? 

Unidad de Nutrición Neolife


Metas alcanzables 

Cuando hablamos de mejorar nuestro estado de salud, bien a través de incorporar nuevos hábitos o bien dejando otros, es importante ser conscientes del papel que nosotros mismos tenemos hacia cualquier cambio. El hecho de no estar del todo convencidos, no ver la necesidad de hacerlo, tener prisas, sentirse presionado por complacer a otros o ser poco conciso a la hora de establecer lo que se va a llevar a cabo para conseguir dichos objetivos, son algunos de los motivos por los que resulta complicado mejorar hábitos.  

Frecuentemente cuando uno se propone mejorar su rutina, tanto a nivel de alimentación como de actividad física, suele plantearse objetivos poco realistas debido a las prisas por alcanzar dichas metas. Va llegando el verano y queremos perder el peso ganado durante 10 meses en solo 2. O bien, cuando tras el chequeo para la valoración del estado de salud, se obtienen unos resultados bastantes mejorables, tanto a nivel de composición corporal, como en ciertos parámetros. Efectos fruto de hábitos durante muchos años, se pretenden corregir y mejorar en un tiempo récord. Algo que no es realista. 

Por tanto, ante cualquier mejora y este caso en concreto, nos centraremos sobre hábitos alimentarios, necesitamos plantearnos metas alcanzables. Pues una cosa es tener la intención de mejorar algo, y otra muy distinta es llevarlo a cabo. 

¿Qué pasos seguir para platear objetivos y llevarlos a cabo?  

En primer lugar, necesitamos valorar de forma objetiva cuál es el objetivo que pretendemos alcanzar o cuál es el problema que queremos solucionar.

En segundo lugar, el objetivo debe ser planteado positivamente. No es lo mismo decir “tengo un exceso de grasa’’ o “estoy gordo” y por eso tengo que adelgazar, que decir “necesito mejorar mi composición corporal para sentirme ágil, con energía y recuperar la salud”. 

Para el planteamiento de metas alcanzables podemos guiarnos por la técnica PRAMPE, la cual especificaremos a lo largo de este artículo: 

  • Positivo 
  • Realista 
  • Acordado 
  • Medible 
  • Personal 
  • Específico 

alimentos que no debemos comer

Positivo

Como hemos mencionado, es fundamental plantearnos aquello que queremos mejorar o solucionar de forma positiva. Enfocándonos en los resultados en lugar de en la situación en la que nos encontramos. 

Si nos decimos que “nos sobra peso”, “no nos queda bien la ropa”, “nos encontramos incómodos” o que “no nos reconocemos frente al espejo”, psicológicamente terminará afectándonos. Pues el objetivo va desde algo negativo hacia nuestro físico, es decir, desde el rechazo a uno mismo. Estaremos buscando el cambio con una finalidad totalmente desvinculada a la salud y con la posibilidad de caer en comportamientos demasiado restrictivos pensando que necesitamos un castigo y/o sufrir por encontrarnos ante dicha situación. Por ejemplo, quien no se encuentra cómodo con las prendas actuales porque todo le queda estrecho, y se propone perder peso porque todo le sienta mal, estará convencido de que restringir en exceso la comida es el castigo que merece para revertir la situación. Y, por un tiempo, puede ver ciertos resultados, pero no es difícil adelantarse al resultado final: abandono del propósito. 

En esta situación, es mejor plantearlo de la siguiente forma: “quiero mejorar mi composición corporal para sentirme cómodo con la ropa”. Centrarnos en la consecuencia positiva en lugar de en lo negativo. 

Realista 

Supongamos que llevamos ya varios años posponiendo mejorar el estilo de vida. Al final, por una cosa u otra, no llegaba ese momento de decir hasta aquí y pedir ayuda. Ante esta situación, es importante valorar nuestros hábitos echando una vista atrás. Si solo ha sido un periodo corto de tiempo en el que hemos descuidado nuestra rutina, independientemente del motivo (una lesión, mayor estrés o carga de trabajo, viajes, vacaciones), entonces no supondrá ninguna dificultad extrema el hecho de retomarlos. Sin embargo, si la vista atrás es cuestión de años, plantearse cambiar de la noche a la mañana o querer resultados rápidos, no es algo realista. 

Imaginemos que el objetivo es perder peso. Será o no realista en función del peso que se plantea como meta (aunque siempre es mejor hablar de porcentaje graso) y el tiempo que tenemos pensado invertir en conseguir dicha mejora. ¿Llega verano y nos entran las prisas con la “operación bikini”?, ¿nos planteamos perder los kilos ganados durante 10 meses en solo 1 o 2? Error. ¿Tenemos un evento y queremos perder 10 kg en dos meses? Error. 

Ni los objetivos son adecuados, puesto que no es positivo, ni tampoco realistas. 

Establecer propósitos no realistas supone una frustración ya que no podremos cumplir con las expectativas imaginadas. Si, por el contrario, se plantea una mejora de la composición corporal a largo plazo, por ejemplo, de cara a 6 meses sin especificar cuánto peso se va a perder, puesto que es algo difícil de precisar, puede no variar mucho debido a una mayor actividad física o por haber iniciado un entrenamiento de fuerza y, sin embargo, haber mejorado notablemente la composición corporal. Por ello es preferible tener en cuenta otros indicadores de progreso como es el aspecto físico a través de fotos o comparando con la ropa. 

Acordado, no impuesto 

De forma directa o indirecta, no somos nosotros quienes deciden dar el paso a mejorar ciertos comportamientos. Y no es que vaya en contra de la voluntad de uno, sino que no ha sido contemplado y valorado el tiempo suficiente. 

Una situación frecuente que nos encontramos en Neolife es cuando una persona acude a realizarse un chequeo para valorar la situación en la que se encuentra y, tras obtener los resultados, se le pone en conocimiento la necesidad de cambiar ciertos aspectos de su rutina los cuales le están afectando negativamente en su salud, como puede ser el consumo de dulces o la ingesta habitual de alcohol. Si esta recomendación no se interioriza, difícilmente se va a poder poner en práctica, o al menos, sostenerse en el tiempo.  

El propósito de esto no debe ser del profesional, pues en este caso el médico y el nutricionista serán quienes le ayuden a llevarlo a cabo, facilitándole el camino en la medida de lo posible. Pero la iniciativa debe salir de uno mismo y no verlo como algo impuesto. 

Un recurso útil que puede ayudar a interiorizar dicho objetivo es hacer un listado con los beneficios que le aportará ese cambio de hábitos. En el caso de reducir el consumo de alcohol podemos escribir: 

  • Pérdida de grasa, grasa visceral y menor riesgo de enfermedad cardiovascular. 
  • Toma de mejores decisiones a la hora de comer. Cuando se consume alcohol, las elecciones alimentarias vienen influenciadas de manera negativa (se suele pedir o elegir comida rápida). 
  • Mayor energía a consecuencia de la pérdida de grasa. 
  • Suspensión del tratamiento para la hipertensión y colesterol a consecuencia de la pérdida de grasa. 

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Medible 

¿Cómo sabemos que estamos progresando y llegando a ese objetivo si no puede medirse? 

Crear indicadores para ir monitorizando y registrando nuestro progreso es fundamental a la hora de reforzar nuestro compromiso. ¿Qué marcadores de éxito, en relación a perder grasa, podemos tener en cuenta?  

El peso no siempre es un buen indicador, por lo que podemos capturar fotos, en las mismas condiciones e ir comparándolas; probarnos ropa que habíamos dejado de usar y ver cómo nos va quedando; analizar parámetros analíticos y valorar el perfil lipídico, hepático y metabolismo de la glucosa; valorar la capacidad cardiorrespiratoria, si requerimos de menos esfuerzo al subir las escaleras o el tiempo que tardamos andando de un sitio a otro. 

Personal 

Este tiene mucho que ver con que el objetivo sea acordado y no impuesto. Las metas deben ser personales puesto que somos nosotros quienes vamos a llevar las acciones encaminadas a ello. Aún es frecuente encontrarnos con las opiniones de los demás sobre el clásico “deberías…” cuando esto realmente no ayuda o no contribuye a que una persona cambie. Casi todos conocemos lo que “deberíamos” pero hay muchos caminos para llegar a un mismo objetivo. 

¿Qué queremos conseguir y para qué? Ese es nuestro objetivo. 

Específico 

Cuanto más detallado, más probabilidad de comprometerse y llevar a cabo acciones. 

En lugar de plantear un objetivo general, como puede ser perder grasa, será mucho más sencillo de conseguir si lo descomponemos en metas más pequeñas. ¿Qué pasos me acercan a él?, ¿qué no puedo perder de vista? 

Comer mejor para perder grasa es un objetivo abstracto. Sin embargo, podemos ser más concretos y detallar que para ello debemos: 

  • Incluir verdura en las comidas principales 
  • Consumir una pieza de fruta de postre 
  • Llevar una pieza de fruta y frutos secos al trabajo por si tengo hambre 
  • Cuando salga a comer fuera, en lugar de pedir 2 cervezas con alcohol, alternaré una con alcohol y otra 0,0. 

En las consultas de nutrición de Neolife, ayudamos a plantear de esta forma los objetivos a nivel individual. Es un trabajo que requiere de tiempo y reflexión pero nos ayuda a visualizar claramente el camino hacia la meta, disfrutando de todo el proceso.