La nutrición a partir de los 65 años


El envejecimiento es un proceso natural, progresivo e irreversible, que afecta a los procesos de la digestión, absorción, utilización y excreción de nutrientes, perjudicando la calidad de vida.

Nuevas investigaciones sugieren que una dieta saludable ayudaría a ralentizar el envejecimiento de nuestras células. Un nuevo estudio publicado en la revista científica Advances in Nutrition muestra los beneficios de una alimentación saludable y sus efectos en el cuerpo humano, como es la asociación de telómeros más largos.

Alejandro Monzó – Unidad de Nutrición Neolife


El envejecimiento va a condicionar las estrategias dietéticas, nutricionales y culinarias de las personas

A pesar de que cada persona experimenta el envejecimiento con diferente intensidad, éste se caracteriza por el declive fisiológico de órganos y sistemas, disminución de la reserva funcional, mayor fragilidad y vulnerabilidad, presencia de enfermedades crónicas, así como mayor riesgo de presentar complicaciones y muerte (1).

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) entre 2015 y 2050, el porcentaje de los habitantes del planeta mayores de 60 años casi se duplicará, pasando del 12% al 22%. La ampliación de la esperanza de vida ofrece oportunidades, sin embargo, depende en gran medida de un gran factor, como es la salud (2). Si las personas mayores pueden vivir años adicionales, pero están dominados por el declive de la capacidad física y mental, las implicaciones para las personas mayores y para la sociedad son más negativas.

Las personas a partir de los 65 años se enfrentan a problemas físicos, psíquicos y sociales que derivan de cambios biológicos propios de la edad, y que pueden condicionar la capacidad para llevar a cabo actividades naturales y cotidianas como es el acto de comer (3).

En el proceso de envejecimiento, existen ciertos factores que afectan de una forma u otra a la fisiología de la nutrición y alimentación, llegando a modificar el estado nutricional (4):

  • Cambios físicos: la composición corporal varía con la edad, disminuyendo la masa muscular y el agua corporal, aumentando la proporción de grasa, lo que condiciona una reducción del metabolismo basal. Por otro lado, la pérdida de masa óseapuede aumentar la susceptibilidad a las fracturas. También se produce un deterioro de las funciones fisiológicas a todos los niveles, en especial el aparato digestivo y de dentadura. Además, la pérdida del gusto, olfato, vista y oído puede repercutir en la elección de alimentos y su preparación, y asociarse con una pérdida de apetito. Cabe destacar que la disminución de la actividad física provoca un menor consumo de energía, que podría dar lugar a deficiencias de nutrientes.
  • Cambios psicosociales: hay dos situaciones que suelen acompañar la vida de la edad avanzada, el aislamiento tanto social como a veces familiar, y la depresión. La soledad y la depresión van a condicionar de forma muy negativa el estado nutricional.

La buena alimentación es fundamental para la salud y el bienestar general, pero las personas mayores corren el riesgo de nutrirse mal y/o insuficientemente. La desnutrición es un problema de salud grave, que puede provocar diversos problemas de salud, tales como la debilidad del sistema inmunitario (que aumenta el riesgo de infecciones), la debilidad muscular y menor masa ósea (que pueden llevar a caídas y fracturas), la mala cicatrización de heridas, más riesgo de hospitalización y, en definitiva, mayor riesgo de muerte (1,5).

La fragilidad y la sarcopenia (entendida como la pérdida de masa y función musculares) se superponen (Figura 1.). La mayoría de las personas de edad avanzada frágiles presentan sarcopenia y algunas personas de edad avanzada con sarcopenia también son frágiles (6). En todo ello, el estado nutricional está implicado, y una correcta alimentación saludable puede retrasar ese envejecimiento prematuro y otorgar calidad de vida (1,3,4).

La nutrición a partir de los 65 años

Además, una nueva investigación publicada en Advances of Nutrition, muestra resultados prometedores, donde las dietas saludables que incluyen alto contenido en frutas, verduras, hortalizas, frutos secos, entre otros alimentos ricos en antioxidantes, se asociaron a menor acortamiento telomérico (7). La longitud de los telómeros está altamente correlacionada con la edad cronológica y el estado metabólico (figura 2.).

La nutrición a partir de los 65 años

Por ello, las personas con telómeros más cortos tienen un mayor riesgo de enfermedades crónicas y mortalidad. La salud de telómeros y la consecuente prevención del envejecimiento celular implica un proceso multifactorial en el que participan diferentes factores, como es la actividad física, el estrés, el descanso y el ambiente. Los autores señalan que controlar los factores dietéticos repercute en beneficio de la salud humana, previniendo las enfermedades asociadas a la edad, como la diabetes, enfermedades neuro-degenerativas y cardiovasculares.

En definitiva, la edad avanzada es un periodo de acumulación de deterioros y disminución de las capacidades funcionales. Una nutrición adecuada es una de las maneras de optimizar la aptitud física, así como la salud en general. Por todo ello, resulta conveniente tener en cuenta una serie de pautas, con el fin de mejorar la calidad de vida y salud (4):

  • Una alimentación saludable, variada y equilibrada, junto con un aumento de la actividad física, tienen una repercusión muy positiva en la salud y bienestar, y pueden contribuir notablemente a mejorar su calidad de vida.
  • Conviene aumentar al máximo su actividad, dentro de sus posibilidades y estado de salud, para incrementar su gasto energético y que de esta manera pueda consumir más alimentos saludables sin peligro de aumentar de peso.
  • Hacer entre cuatro o cinco comidas al día, con una buena base de alimentos y materias primas de calidad, sobre todo de origen vegetal, como son las verduras, frutas, hortalizas y legumbres.
  • Hay que evitar las calorías vacías, alimentos que contiene mucha energía, pero son muy pobres en nutrientes, como los dulces, bollería, bebidas azucaradas, patatas fritas y alimentos ultraprocesados en general.
  • Es importante una buena hidratación para evitar la deshidratación. Algunas personas pierden la capacidad de sentir sed a medida que envejecen.
  • En caso de presentar problemas sensoriales, intente agregar color y textura a los alimentos para hacerla más interesante. Si no está comiendo lo suficiente, es importante concentrar y enriquecer los platos para obtener más nutrientes y calorías.

La nutrición a partir de los 65 años

Finalmente, desde Neolife queremos transmitir la importancia que tiene el papel de la alimentación en uno de los ciclos vitales de la vida, como es la edad avanzada. La prevención de enfermedades y la ganancia de calidad de vida se traducen en un mayor bienestar físico y mental, donde la elección de alimentos saludables, mínimamente procesados, junto con una buena actividad y ejercicio físicos son imprescindibles. Nuestro equipo médico-nutricional trata de manera individualizada cada caso particular, con el objetivo final de ofrecer una nutrición personalizada acorde a las necesidades del individuo, alcanzando un envejecimiento saludable.


BIBLIOGRAFÍA

(1) De Luis Román, D.A. Bellido Guerrero, D. García Luna, P.P. Olivera Fuster, G. (2017). “Dietoterapia, nutrición clínica y metabolismo”. Tercera edición. Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. Grupo Aula Médica, S.L. Madrid, España.

(2) (2018). “Ageing and health”. World Health Organization. URL: https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/ageing-and-health

(3) Mahan L.K. & Raymond J.L. (2017). “Krause. Dietoterapia”. 14ª Edición.

(4) Ortega A. R. & Requejo M. A. (2015). “Nutriguía: manual de nutrición clínica”. 2ª Edición. Editorial médica Panamericana.

(5) Theimer, S. (2018). “Consejos de salud: la tercera edad y la nutrición”. Mayo Clinic. URL: https://newsnetwork.mayoclinic.org/discussion/consejos-de-salud-salud-en-adultos-mayores/

(6) Cusumano, A.M. (2015). “Sarcopenia en pacientes con y sin insuficiencia renal crónica: diagnóstico, evaluación y tratamiento”. ANBA. Vol. 35 (1). URL: https://www.revistarenal.org.ar/index.php/rndt/article/view/134/643

(7) Galiè, S. Salas-Salvadó, J. y otros. (2020). “Impact of Nutrition on telomere health: systematic review of observational cohort studies and randomized clinical trials”. Advances in Nutrition, Vol. 11 (3): 576-601. URL: https://academic.oup.com/advances/article/11/3/576/5613358