Tóxicos en nuestra alimentación


La exposición humana a los aditivos alimentarios, pesticidas, herbicidas, hormonas y antibióticos es generalizada, crónica y silenciosa. La inseguridad alimentaria, los intereses económicos de la industria, el impacto de los agrotóxicos, de los alimentos procesados y la comida basura, en general, pueden afectar la salud humana.

El informe de 2018 presentado por Ecologistas en Acción, basado en los datos oficiales recogidos en el Programa de Control de Residuos de Plaguicidas del año 2015 y recopilados por la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), confirma la presencia de numerosos plaguicidas en los alimentos españoles, con capacidad de alterar nuestro sistema endocrino-hormonal.

Tania Mesa – Directora de la Unidad de Nutrición y Enfermería Neolife

Alejandro Monzó – Unidad de Nutrición


Sufrimos un envenenamiento silencioso que constata la toxicidad e inseguridad de la industria alimentaria

El término “Seguridad alimentaria” engloba aspectos como microbiología, residuos, contaminantes, aditivos (incluido el enriquecimiento en nutrientes), nuevos alimentos (incluidos los sometidos a selección genética), nuevas técnicas de producción y nuevos patógenos. Dado que no es posible la seguridad absoluta, es importante estimar el riesgo. El organismo responsable de garantizar la seguridad de los alimentos en toda Europa es la EFSA (European Food Safety Authority), la cual debe funcionar con el máximo nivel científico y asumir funciones de asesoramiento y de estimación del riesgo.

En los últimos informes se confirma que España es el mayor consumidor de pesticidas de Europa. Miles de toneladas de plaguicidas que se fumigan cada año sobre cosechas y plantaciones, exponen a los alimentos a residuos invisibles de pesticidas, que llegan directamente a los consumidores (1).

El estudio, llevado a cabo por Ecologistas en Acción, se centra en los plaguicidas, considerados contaminantes hormonales o disruptores endocrinos (EDC). Analiza los últimos datos oficiales disponibles sobre la presencia de residuos de plaguicidas en alimentos, correspondientes al año 2015 (Tabla 1). Este informe describe los residuos de plaguicidas que se encuentran en los alimentos en España y muestra que el nivel de exposición de la población a estas sustancias a través de la alimentación es, cuanto menos, preocupante (1).

Como definición, los EDC son un conjunto de químicos exógenos que interfieren en la acción natural de las hormonas, alteran el equilibrio hormonal y pueden alterar la fisiología a lo largo de la vida de un individuo, desde el desarrollo fetal hasta la edad adulta. Por ello, se ha relacionado a los contaminantes hormonales con importantes enfermedades, como neurológicas, cardiovasculares, diferentes tipos de cáncer, diabetes, obesidad, déficit cognitivo o de conducta y daños en el sistema reproductor  (1).

tóxicos en nuestra alimentación
Tabla 1. Resultados del análisis de residuos de plaguicidas disruptores endocrinos en los alimentos de España. LMR: Límite Máximo de Residuo establecido como seguro (1).

Los datos disponibles del programa de control de contaminantes en alimentos en España, correspondientes al año 2015, muestran que los alimentos españoles contienen al menos 38 plaguicidas con capacidad de alterar el sistema hormonal.

Alimentos como pimientos, tomates, peras, manzanas, naranjas, pepinos, lechugas o fresas, entre otros, son los más contaminados con plaguicidas disruptores endocrinos. Todo ello implica la necesidad de tomar medidas urgentes para reducir esta exposición (1).

En relación con el informe, del total de 2.186 muestras, 28 eran de producción ecológica (Tabla.1). Sólo 1 de las 28 muestras tenía residuos de un plaguicida EDC. Este dato confirma que los productos ecológicos apenas contienen residuos de pesticidas. De una forma resumida, los alimentos con la etiqueta “BIO” o “ECO” cumplen las siguientes normas (2):

  • No deben contener organismos modificados genéticamente (OMG).
  • Se prohíbe el uso de plaguicidas sintéticos.
  • No se permite emplear fertilizantes solubles de origen mineral.
  • No se pueden emplear plaguicidas.
  • No deben haber sido sometidos a radiación ionizante.
  • Se permite hasta un 5% de contenido alimentario elaborado de forma convencional.
  • No se permite usar sustancia para reforzar el sabor, aromatizantes artificiales, colorantes ni emulgentes.

El Reglamento Europeo (396/2005) de residuos de plaguicidas en alimentos establece la obligación de evaluar los efectos combinados de las mezclas de plaguicidas. Sin embargo, la EFSA sigue sin incluirlos en sus evaluaciones de riesgos, una situación que pone en riesgo la salud de las personas, ya que no existen unos niveles seguros de exposición a este tipo de contaminantes (1).

Además, las tasas de obesidad, sobrepeso y enfermedades crónicas no transmisibles no dejan de incrementarse a nivel mundial. La industria alimentaria tiene poder e influencia económica y consigue promover el consumo de unos alimentos y productos a menudo insanos. Por ello, la organización Environmental Working Group (EWG), ha publicado una guía que revisa los 12 aditivos más peligrosos que se encuentran en nuestros alimentos (3,4):

  • Nitratos y nitritos: estas sales se añaden a los productos cárnicos curados y quesos para prevenir el crecimiento de Clostridium botulinum. Los nitratos alimentarios se reducen a nitritos por las enzimas del tracto gastrointestinal formando nitrosaminas como producto resultante, un compuesto causante de cáncer en modelos animales, pero que no se ha probado la carcinogenicidad en humanos.
  • Bromato de potasio: se utiliza para aumentar y fortificar el volumen del pan y otros alimentos hechos de harina de trigo, como las galletas, con potencial cancerígeno. No está permitido en la Unión Europea, pero Estados Unidos todavía permite que se agregue a la harina.
  • Propilparabeno: es un conservante común en alimentos como las tortillas, los muffins y los colorantes para alimentos. Se ha informado que acelera el crecimiento de las células del cáncer de mama, el deterioro de la fertilidad en las mujeres y la disminución de la testosterona.
  • Butilhidroxianisol (BHA) y butilhidroxitolueno (BHT): estos conservantes antioxidantes presentes en patatas fritas, carnes y alimentos procesados en general, es posible que puedan ser alteradores endocrinos y aumenten el riesgo de cáncer.
  • Galato de propilo: se utiliza para conservar grasas comestibles en las salchichas y manteca de cerdo. Está asociado con actividad estrogénica y alteraciones endocrinas.
  • Teobromina: es un alcaloide que se encuentra en el chocolate y que tiene efectos similares a la cafeína. Se utiliza en panes, cereales y bebidas deportivas. Es considerado seguro por la FDA (Food and Drug Administration), pero sólo a un nivel cinco veces menor del que las personas lo consumen.
  • Ingredientes de “sabor secreto”: el término “sabor natural” se encuentra citado en muchos alimentos. Esta situación hace que exista un vacío legal que esconda problemas de salud a las personas.
  • Colorantes artificiales: se utilizan a menudo para aumentar el atractivo de los alimentos que tienen poco valor nutricional. Los colores del caramelo III y IV pueden estar contaminados con 4-MEI, un compuesto cancerígeno.
  • Diacetilo: usado como saborizante de mantequilla en palomitas de microondas, se ha asociado con afecciones respiratorias graves.
  • Ácido fosfórico/fosfatos: los fosfatos son los aditivos más comunes y se encuentran mayoritariamente en alimentos procesados como pizzas y las comidas rápidas. Tienen efectos negativos para la salud ya que altos niveles de fosfatos en sangre se asocian con enfermedades cardiovasculares. No están aconsejados en pacientes con insuficiencia renal crónica.
  • Aditivos de aluminio: utilizados como estabilizadores en muchos alimentos procesados, han sido vinculados con efectos neurotóxicos.
  • Glutamato monosódico: cabe destacar este aditivo, un potenciador del sabor utilizado en sopas, salsas, patatas fritas, platos congelados y alimentos procesados en general. Se trata de una neurotoxina, daña el sistema nervioso y sobre-estimula a las neuronas. Su consumo se asocia con efectos secundarios tales como dolores de cabeza, obesidad, náuseas, alergias, taquicardia y depresión, entre otros.

Llegados a este punto, observamos que la inseguridad alimentaria, los intereses económicos de la industria alimentaria, el impacto de los agrotóxicos y de los alimentos procesados y la comida basura en general pueden afectar la salud humana. Es preciso garantizar el acceso a alimentos nutritivos, de calidad, proporcionar una educación alimentaria y evitar el uso desproporcionado de químicos nocivos en la agricultura.

La evidencia científica nos muestra que el sello ecológico no tiene que ser indicativo de una mayor calidad nutricional (5). Sin embargo, de mayor preocupación es el uso frecuente de antibióticos y hormonas en la producción animal convencional como un impulsor clave de la resistencia a los antibióticos y problemas de salud en la sociedad. El uso de antibióticos es menos intensivo en la producción orgánica. La producción animal orgánica puede ofrecer una forma de restringir los riesgos planteados por la producción intensiva e incluso disminuir la prevalencia de la resistencia a los antibióticos (6).

Nuestro objetivo es mejorar la salud a través de la alimentación. Un enfoque basado en alimentos de verdad, preferiblemente de origen vegetal junto con materias primas de calidad y mínimamente procesados. Por lo tanto, nuestra alimentación es la principal vía de exposición de los contaminantes mencionados anteriormente. Desde Neolife, os presentamos algunos consejos y recomendaciones que pueden ayudar a reducir y minimizar esta exposición:

  1. Consume fruta, verduras y hortalizas frescas a diario.
  2. Elige alimentos de temporada, sin plaguicidas ni fertilizantes químicos, que no solo ayudan a nuestra salud, sino también a la naturaleza.
  3. Es más interesante optar por cualquier producto de proximidad que dinamice el comercio local, respete el medio ambiente y tenga en cuenta el buen estado de los animales.
  4. Opta por hacer la compra en mercados y menos en supermercados y grandes corporaciones.
  5. Lava y pela todas las frutas y verduras que vayas a consumir si no llevan sello ecológico. Es muy importante para reducir la exposición de los tóxicos anteriormente nombrados.
  6. Disminuye o elimina de tu alimentación los alimentos y productos ultraprocesados (alimentos precocinados, pizzas, patatas fritas, chocolates, bollería, galletas, carnes procesadas…).

BIBLIOGRAFÍA

(1) García K., Romano D. y Hernández K. (2018). “Directo a tus hormonas: guía de alimentos disruptores. Residuos de plaguicidas con capacidad de alterar el sistema endocrino en los alimentos españoles”. Ecologistas en Acción. Edición 2018, España. URL: https://www.ecologistasenaccion.org/wp-content/uploads/2018/06/informe-directo-a-tus-hormonas-2018.pdf

(2) Reglamento (UE) 2018/848 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 30 de mayo de 2018, sobre producción ecológica y etiquetado de los productos ecológicos y por el que se deroga el Reglamento (CE) n.o 834/2007 del Consejo. URL: https://eur-lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/?uri=CELEX%3A32018R0848

(3) (2014). “Dirty Dozen Guide to Food Additives”. Environmental Working Group. URL: https://www.ewg.org/research/ewg-s-dirty-dozen-guide-food-additives

(4) Figueroa B.E.G., Moya F.C.I. y Apesteguía, M.J.B. (2018). “Aditivos y coadyuvantes tecnológicos: ¿cuándo evitarlos?”. FMC-Formación Médica Continuada, 25(5), 295-301. URL: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1134207218300732

(5) Dangour A. y otros. (2009): “Nutritional quality of organic foods: a systematic review”. The American Journal of Clinical Nutrition, 90(3), 680-685. URL: https://academic.oup.com/ajcn/article/90/3/680/4597089

(6) Mie A. y otros. (2017). “Human health implications of organic food and organic agricultura: a comprhensive review. Environmental Health, 16(1). URL: https://ehjournal.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12940-017-0315-4?utm_source=sendinblue&utm_campaign=Newsletter_Dynamis_Novembre_2018&utm_medium=email